Es cierto que hay un sector de jóvenes que siguen en su casa a los 30 años, es cierto que hay jóvenes que jubilan a sus madres más tarde incluso que lo que ahora lo quiere hacer Zapatero, y es que muchas veces parece que ser madre conlleva ser cocinera, señora de la limpieza y Caja de ahorros. Es cierto que muchos jóvenes se quejan y se excusan en no encontrar trabajo, y ahora les digo, si tu padre tiene trabajo con 30 años más que tú, como no lo vas a tener tú que puedes rendir el doble que él, es que muchas veces sucede que quieren que el trabajo venga a buscarte a la puerta de casa o que llegue de París como la cigüeña.
Pero también es cierto que otro sector de jóvenes son emprendedores, capaces de compaginar estudios con trabajos y ser conscientes de tener la oportunidad de estudiar más que un deber es un privilegio. Me uno a ese grupo de jóvenes que han conocido la responsabilidad desde el minuto uno, que también tienen preocupaciones ya que no siempre el dinero da hasta fin de mes, o muchas veces se necesitan días de 48 horas.
Padres que se quejan de “ cuando me sacare a mi hijo de encima “ , perdona te sacarás a tu hijo de encima cuando tú quieras, o la típica frase de “ cría hijos para que luego te echen de casa”, no culpes a nadie de que tu hijo sea quien te eche de casa, porque quizás la culpa es tuya, a mí me da igual que mi hijo tenga 20, 30, o 40 años, siempre sabre cual es su sitio y cual es el mío. Luego se culpa a la sociedad, pero ¿ qué vamos hacer si han nacido ahora? No le puedes pedir a tu hijo que vaya a lavar al río, que no se compre la play station y se compre una peonza o que se compre ropa cada diez meses, pero si puedes exigirle que o se estudia o se trabaja, que la casa no es una pensión y que hay que colaborar.
Nosotros no estuvimos en la Guerra Civil, ni en mayo del 68, ni corrimos delante de los grises, no votamos la Constitución y nuestra memoria histórica comienza con las olimpiadas del 92. Por no vivir activamente la Transición se nos dice que no tenemos ideales y sabemos de política quizás más que nuestros propios padres, ya que hemos aprendido a vivir con ella.
Si comparamos la infancia de nuestros padres con la nuestra nos daremos cuenta de que muchas cosas se han perdido. Ellos no tuvieron puertas con protecciones, armarios o frascos de medicinas con tapa a prueba de niños. Los columpios eran de metal y con esquinas en pico. Salían de casa por la mañana, jugaban todo el día, y solo volvían cuando se encendían las luces. No había móviles. Se abrían la cabeza jugando a guerras de piedras y no pasaba nada, eran cosas de niños y se curaban con mercromina (roja) y unos puntos y al día siguiente todos contentos. Iban a clase cargados de libros y cuadernos, todo metido en una mochila que, rara vez, tenía refuerzo para los hombros y, mucho menos, ruedas. Estaban siempre al aire libre, corriendo y jugando. No cabía la posibilidad de quedar con tus amigos por tuenti, ni que decir de el invento Black-Berry.
Lo más triste que me resulta al escribir este ensayo es la propia reflexión que me lleva a pensar que el concepto de infancia cada vez se va perdiendo o viene asemejado a un concepto de infancia -moderna. Niños que soñaban con dar dos puntapiés a un balón, que castigarles en casa era el peor de los castigos, y sin embargo ahora las propias casas se han convertido en una sala de recreativos, de la play del salón , a los juegos del ordenador, a los juegos del móvil, al home cinema y del home cinema al teléfono para pedir comida para entregar a domicilio.
Me apena pensar en la infancia de mis hijos, como también se que intentare que sea lo más parecida a la mía, sin que se les robe esa esencia de lo que son los llamados “ aquellos maravillosos años”. A la vez que siempre tendré claro que cada persona puede elegir, estudiar o trabajar, así como que estudiar y que querer ser, cuando mis hijos lo encuentren no seré nadie para decirles que no a lo que ellos quieran hacer de sus futuro, más que una consejera. Pero a la vez que tendrán claro que colaborar es con la palabra que se va a encontrar todos los días, que el esfuerzo no esta reñido con la diversión, que simplemente hay que hacer cada cosa en su momento.
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