martes, 15 de noviembre de 2011

JUVENTUD

Juventud, palabra sujeta de muchas connotaciones. Ciertamente cada vez que se dice la palabra juventud parece que va sujeta a ni-ni, irresponsable, desagradecido. Parece que se ha perdido la noción de jóvenes responsables, estudiantes, trabajadores y todo ello compaginable con la educación.

 

Es cierto que hay un sector de jóvenes que siguen en su casa a los 30 años, es cierto que hay jóvenes que jubilan a sus madres más tarde incluso que lo que ahora lo quiere hacer Zapatero, y es que muchas veces parece que ser madre conlleva ser cocinera, señora de la limpieza y Caja de ahorros. Es cierto que muchos jóvenes se quejan y se excusan en no encontrar trabajo, y ahora les digo, si tu padre tiene trabajo con 30 años más que tú, como no lo vas a tener tú que puedes rendir el doble que él, es que muchas veces sucede que quieren que el trabajo venga a buscarte a la puerta de casa o que llegue de París como la cigüeña.

Pero también es cierto que otro sector de jóvenes son emprendedores, capaces de compaginar estudios con trabajos y ser conscientes de tener la oportunidad de estudiar más que un deber es un privilegio. Me uno a ese grupo de jóvenes que han conocido la responsabilidad desde el minuto uno, que también tienen preocupaciones ya que no siempre el dinero da hasta fin de mes, o muchas veces se necesitan días de 48 horas.

Jóvenes que aprenden de fracasos, cansados de titulares como “ detenidos 3 jóvenes en la madrugada del sábado”, “ nuevos casos de vandalismo”, “ dos peleas de jóvenes que acaban en el Hospital”. Sin embargo, multitud de asociaciones están repletas de jóvenes que prestan su voluntariado, lo que pasa que hoy en día se tiende a dar mas importancia a lo que más conmoción causa, esto explica las 4 página de sucesos frente a la de cultura.
Padres que se quejan de “ cuando me sacare a mi hijo de encima “ , perdona te sacarás a tu hijo de encima cuando tú quieras, o la típica frase de “ cría hijos para que luego te echen de casa”, no culpes a nadie de que tu hijo sea quien te eche de casa, porque quizás la culpa es tuya, a mí me da igual que mi hijo tenga 20, 30, o 40 años, siempre sabre cual es su sitio y cual es el mío. Luego se culpa a la sociedad, pero ¿ qué vamos hacer si han nacido ahora? No le puedes pedir a tu hijo que vaya a lavar al río, que no se compre la play station y se compre una peonza o que se compre ropa cada diez meses, pero si puedes exigirle que o se estudia o se trabaja, que la casa no es una pensión y que hay que colaborar.
Nosotros no estuvimos en la Guerra Civil, ni en mayo del 68, ni corrimos delante de los grises, no votamos la Constitución y nuestra memoria histórica comienza con las olimpiadas del 92. Por no vivir activamente la Transición se nos dice que no tenemos ideales y sabemos de política quizás más que nuestros propios padres, ya que hemos aprendido a vivir con ella.
Si comparamos la infancia de nuestros padres con la nuestra nos daremos cuenta de que muchas cosas se han perdido. Ellos no tuvieron puertas con protecciones, armarios o frascos de medicinas con tapa a prueba de niños. Los columpios eran de metal y con esquinas en pico. Salían de casa por la mañana, jugaban todo el día, y solo volvían cuando se encendían las luces. No había móviles. Se abrían la cabeza jugando a guerras de piedras y no pasaba nada, eran cosas de niños y se curaban con mercromina (roja) y unos puntos y al día siguiente todos contentos. Iban a clase cargados de libros y cuadernos, todo metido en una mochila que, rara vez, tenía refuerzo para los hombros y, mucho menos, ruedas. Estaban siempre al aire libre, corriendo y jugando. No cabía la posibilidad de quedar con tus amigos por tuenti, ni que decir de el invento Black-Berry.
Lo más triste que me resulta al escribir este ensayo es la propia reflexión que me lleva a pensar que el concepto de infancia cada vez se va perdiendo o viene asemejado a un concepto de infancia -moderna. Niños que soñaban con dar dos puntapiés a un balón, que castigarles en casa era el peor de los castigos, y sin embargo ahora las propias casas se han convertido en una sala de recreativos, de la play del salón , a los juegos del ordenador, a los juegos del móvil, al home cinema y del home cinema al teléfono para pedir comida para entregar a domicilio.
Me apena pensar en la infancia de mis hijos, como también se que intentare que sea lo más parecida a la mía, sin que se les robe esa esencia de lo que son los llamados “ aquellos maravillosos años”. A la vez que siempre tendré claro que cada persona puede elegir, estudiar o trabajar, así como que estudiar y que querer ser, cuando mis hijos lo encuentren no seré nadie para decirles que no a lo que ellos quieran hacer de sus futuro, más que una consejera. Pero a la vez que tendrán claro que colaborar es con la palabra que se va a encontrar todos los días, que el esfuerzo no esta reñido con la diversión, que simplemente hay que hacer cada cosa en su momento.

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